El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo

El Amor es la fuerza que transforma y mejora el Alma del Mundo... cuando amamos siempre deseamos ser mejores de lo que somos

El amor nunca impide a un hombre seguir su Leyenda Personal. Cuando esto sucede, es porque no era el verdadero Amor, aquel que habla el Lenguaje del Mundo

Entre más apego tiene el hombre por el mundo, menos buscará el conocimiento. Entre más pequeño es su apego, mayor será la posiblidad de ganarlo todo

Ser Dueño de Uno Mismo

La honestidad para con nosotros mismos nos va a permitir acercarnos a nuestro ser interior y consecuentemente llegar a convertirnos en los dueños de nuestro espíritu. Solo desde las realidades interiores podremos encontrar las respuestas necesarias para poner fin a nuestras angustias y alcanzar la escurridiza paz que tanto anhelamos.

El viaje hacia adentro no es nada fácil, pues nos va poner frente a frente con nuestros miedos, debilidades, miserias e inseguridades, ignorancia e inconsistencia. De hecho, es tan duro enfrentarnos a nosotros mismos que vamos a estar tentados a seguir perdiéndonos en los mundos externos, tratando de llenar vacíos con cosas materiales o con vicios mortales.
Para lograr ser dueño de uno mismo hay que empezar desde adentro, en los aposentos de nuestro ser espiritual, en las esquinas de nuestra mente, en los parajes de nuestras emociones; y no nos engañemos que las respuestas que andamos buscando no están en una botella de vino, en los apetitos desaforados o en una tarjeta de crédito.  Las respuestas y los dominios del ser llegan al conocernos honestamente, desde allí empiezan a forjarse los cambios de espíritu necesarios para lograr una verdadera transformación interior

Una de las características del budismo es la importancia que concede a la transformación interior del ser humano, es decir, al proceso orientado a manifestar el potencial pleno del individuo. Nichiren enfatizó que todo ser humano puede cambiar de manera positiva su vida y el mundo cuando éste se desafía ante las paradojas de la sociedad.
El término “revolución humana” fue utilizado por el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, para describir el proceso de cambio interior en el que las personas se emancipan del “yo inferior”, caracterizado por el egocentrismo, y desarrollan el “yo superior”, caracterizado por el altruismo y la consideración hacia el género humano.
El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, señala: “Hay revoluciones de toda índole: políticas, económicas, industriales, científicas, artísticas, revoluciones en la distribución y comunicación... y tantas otras. Cada una tiene su propia trascendencia y todas son necesarias, a su manera. Pero por muchas cosas que uno modifique externamente, el mundo nunca mejorará, a menos que el mismo ser humano, fuerza motriz y el impulso de cualquier empresa, siga siendo egoísta y falto de solidaridad. En ese sentido, la revolución humana es el más esencial de todos los cambios y, al mismo tiempo, la transformación más necesaria que hoy espera la humanidad”.
Nichiren expuso que el budismo enseña que todas las personas poseen por igual una condición de vida pura, positiva e iluminada, denominada Budeidad. El estado de Budeidad se caracteriza por la compasión, la misericordia, la sabiduría y la valentía, que permiten crear valor a partir de cualquier circunstancia. Nichiren comprendió que el proceso de cambio interior estaba intrínsecamente ligado a la experiencia del estado de Budeidad, para lo cual, desarrolló la práctica de la entonación de Nam-myoho-renge-kyo.
La naturaleza de Buda se manifiesta de manera concreta cuando la persona adquiere la convicción de que su vida posee un potencial ilimitado y comprende el sentido de la dignidad de la vida; cuando la persona despliega la sabiduría para encontrar la solución a cosas que antes pensaba que eran imposibles de superar; y, cuando la persona desarrolla vitalidad y se enfrenta a los problemas con mayor libertad. De esta manera, el individuo se ve fortalecido para continuar su revolución humana y mejorar día a día.
Daisaku Ikeda asevera que la gran revolución humana de un solo individuo propiciará un cambio en el destino de una nación, y más aun, permitirá cambiar el destino de toda la humanidad. La transformación de nuestra propia vida es el primer paso hacia la creación de una sociedad rebosante de humanismo, compasión y respeto a la vida

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